¡Gracias por todo, Candelaria!

Se educa con el ejemplo, ella lo era. Siempre de las primeras personas en llegar a la Plaza del Soterramiento, nadie cruzaba la calle de un lado a otro con tanta dignidad, bondad y elegancia. Momento esperado por toda persona que allí estaba y que no todas se atrevían a dar el primer paso, Candelaria daba el primero, el segundo y los que hicieran falta, era inevitable unirse a ella.
Su bondad, generosidad, sonrisa y esa inmensa paz que transmitía era la bienvenida perfecta para quien iba llegando a la plaza.
Si Candelaria iba todos los días, con todo su corazón, corazón que hoy se ha apagado, cómo no iba a ir yo. Y no es algo que sólo yo diga, su presencia hizo presentes a muchas personas, su presencia hablaba por sí misma, y qué bien hablaba.
Ella, al igual que otras personas, no verá el resultado de toda su lucha. Y, sin embargo, aún ausente, siempre la veremos, siempre la tendremos presente.
Encontraba cada día lo que no buscaba: reconocimiento. Aún menos un día como hoy, día que es inevitable reconocer su labor por una ciudad que, sabiéndolo o no, siempre le estará agradecida.
¡Gracias por todo, Candelaria!

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