La conexión entre los escándalos perversos de Epstein y la aporofobia: una reflexión sobre el poder y la discriminación

Aunque el magnate financiero Jeffrey Epstein ya fue juzgado y condenado por tráfico de menores entre personalidades de la élite, y hace más de 5 años que apareció muerto en su celda de Metropolitan Correctional Center, una prisión federal de alta seguridad de Nueva York, es hoy cuando la jueza del caso ha hecho públicos los documentos que mencionan a personalidades de la política, ciencia, arte y entretenimiento que podrían estar implicadas en abusos sexuales.

Dicho esto, recordemos que los principales medios de comunicación seleccionan diariamente miserias de personas pobres para demonizarlas, generar aporofobia (temor y rechazo hacia los pobres) y, de paso, situar a las élites como personas paradigmáticas y admirables. Pues bien…

… No, la miseria humana está en todas las clases sociales y, probablemente, cuánto más dinero, poder y privilegios goza una persona, menos tolera los límites éticos y más tiende a transgredirlos.

… No, el problema no está en quien deja su país, sus amistades, su familia y su hogar para tratar de vivir dignamente a miles de kilómetros, el planeta es de todas las personas y de todos los demás seres vivos; el problema son quienes teniendo demasiado, quieren más y se valen de quienes poco tienen y sólo les queda la esperanza de optar a una vida mejor.

Las perversiones del caso Epstein, y de tantos otros casos, muestran algo que nos negamos aceptar: ser rico y poderoso no te convierte en un ser humano ejemplar, al igual que “ser pobre”, o estar en una situación temporal de pobreza, no equivale a ser un delincuente o criminal que deba ser desterrado de este mundo.